11 jul 2009

Dinosaurios

Hace calor. Hace calor y una docena de dinosaurios está oteando a otro dinosaurio, dinosaurio gil, gilastrún, lento, lento, dinosaurio morsa, huevonazo, y se relamen las manos y se excitan con la panzada que están a punto de darse. Hace calor en el Cretácico Superior y los hambrientos bicharracos se van separando y se ubican estratégicamente alrededor del dinosaurio almuerzo, siempre calladitos, siempre sigilosos, para el asalto final, para la comilona. Pobre dinosaurio bestia, no se da cuenta de lo que está sucediendo a su alrededor. Solo come su gramilla, mientras se distrae un poco con las moscas que ya son parte de él. Los dinosaurios cazadores se esconden muy bien y no muestran la hilacha. De a poquito se van acercando, bien agachados, con las bocas ya entreabiertas, salivando, mostrando sus dientes filosos. Sus colas están estiradas y el cerco se va cerrando. No hay ruidos extraños en la pradera mesozoica, solo el zumbido del calor de la tarde. Sin embargo, el crack de un palo rompiéndose interrumpe la tranquilidad del verano y el Iguanodono levanta la cabeza y mira a su alrededor. Los dinosaurios finalmente lanzan su ataque. Salen como rayos de entre los matorrales y se prenden del gordo de donde pueden y como pueden. Un tole-tole cavernal. Mordizco que va, manotazo que viene. Coletazos, arañazos y picotazos en los ojos. Un rebaño de Tricosaurios no muy lejos de allí escucha los gruñidos y siente los sacudones del piso del match bestial. Hacen una pausa, se fijan de donde viene tanto problema, y continúan con su marcha hasta el próximo bebedero. La pucha que hace calor en el Cretácico Superior. Pelea, pelea, pelea; cross, jab, upercut. ¿Finito muchachi? ¡Sí, don!, responden los dinosaurios cazadores. Tenemo' tira de Iguanodono pa' tirar para rato, agregan.

1 comentario:

Zed dijo...

Alucinante.

Asombra cómo pudo Hemingway describir tan al detalle un ataque de vendedores de celulares. Se sabía que detestaba a estos predadores, razón por la cual se mudó a Cuba (no había vendedores de celulares allí, en los '50). Suerte que no vivió para sufrir los sanguinolientos episodios de los agentes de "¿música, juegos, películas?" en su querido Parque Rivadavia.

Saludos.